Sí con Andalucía

4 de diciembre de 2021

Andalucía y Democracia nació el 28 de febrero de 2020 con el manifiesto “Rompamos el silencio. ¡Andalucía como la que más!”. Analizábamos la perniciosa influencia de la etapa neoliberal en los diferentes gobiernos, los estados y los pueblos, junto con las causas y consecuencias de la crisis global, su afección en España y particularmente en Andalucía. Desde entonces hemos publicado otros tres textos, pandemia mediante, que pueden leerse en nuestro blog https://andaluciaydemocracia.blogspot.com, son: Andalucía no es Andalucía; Andalucía 2021, horizonte federal; y Feminismo en Andalucía: las luchas difíciles desde la periferia. Análisis que parten de una profunda convicción y arraigo territorial y cultural andaluz, de una percepción ecofeminista de la realidad que nuestra tierra integrada, conforme a una tradición ideológica progresista, andalucista y de izquierdas irrigada por la ecología política.

Constatamos las causas políticas y estructurales de los diferenciales de desigualdad de Andalucía en el Estado y en Europa, razón por la que reivindicamos el indispensable papel de Andalucía en la configuración territorial, determinado por la constitución política como pueblo, culturalmente existente, que impulsó la movilización popular del 4 de diciembre de 1977, y se materializó en el referéndum del 28 de febrero de 1980, ejerciendo nuestro derecho a decidir. Andalucía accedió así al nivel de autogobierno que verdaderamente le correspondía, en aplicación del artículo 151 de la Constitución Española, con naturaleza de nacionalidad histórica.

Esa es la Andalucía que existe ahora, y no la que se intenta ocultar bajo la manta de una servidumbre complaciente a poderes e intereses ajenos y alejados de los que interesan a nuestro pueblo. Un concepto abierto de pueblo andaluz en el que se pueden integrar todas las personas que libremente quieran y necesiten de nuestra tierra para sus proyectos vitales y empresariales, siempre que no la consideren territorio extractivo de expolio de patrimonio natural, agrario, ganadero, pesquero, cultural, ambiental, industrial, empresarial o bancario, ni territorio de precariedad y explotación laboral, o para hacer negocios con los servicios públicos, privatizándolos, deteriorando su calidad y engordando bolsillos especulativos alejados de los intereses de Andalucía. Un pueblo político y federalista con poderosa identidad cultural.

Cuando escribimos esto, Andalucía sale de su silencio, emergiendo en Cádiz con las potentes movilizaciones de los trabajadores de la industria siderometalúrgica, que la trascienden y sientan las bases de las que partir para la reindustrialización en Andalucía. La Andalucía del pan, el trabajo, la libertad y el desarrollo intelectual, cultural y empresarial endógeno, no puede quedar escondida bajo las viejas argucias de la derecha española que se resiste a abandonar la condición de capataz, considerando el territorio andaluz como su patio de recreo. Derecha española con sede ideológica en Madrid, que comparte con los grandes poderes económicos y mediáticos conservadores y reaccionarios, desde donde se crean estrategias con la única finalidad de enfrentarnos a otros pueblos del Estado español para seguir extrayendo la gran riqueza de Andalucía, excluyéndola del beneficio y manteniéndola en situación de subalternidad. El centralismo antifederal es un lastre regresivo que cercena libertades colectivas e individuales y daña especialmente a Andalucía limitando nuestra capacidad de desarrollo económico.

Mientras nos entretienen con banderías y luces, el neoliberalismo centralista nos sigue considerando territorio colonial de veraneo, cañas y juerga, disfrazado de una supuesta industria hotelera y de servicios, cuando en realidad no pasa de una oferta hotelera con precios bajos por la desregulación laboral y salarial, haciéndonos olvidar que es indispensable reindustrializar Andalucía, construir un futuro andaluz con las energías renovables, decidir sobre nuestro modelo industrial agroalimentario, ganadero y pesquero, pero también turístico y de la construcción, defender nuestras universidades, nuestro empresariado y nuestros trabajadores y trabajadoras autónomas, exigir inversiones públicas y políticas dirigidas a las mayoría en educación, salud, economía de los cuidados, protección ambiental, vivienda, empleo, protección de la infancia, integración de la inmigración y eliminación de la pobreza, movilidad sostenible y articulación ferroviaria entre otras muchas. Las banderías con las que nos entretienen, pretenden, así mismo, desprestigiar el Servicio Andaluz de Salud en vez de fortalecerlo en una clara apuesta por el aseguramiento privado, pero también se usan para arremeter contra los avances y demandas feministas, los derechos LGTBI y la emigración o las personas diferentes en nuestra Comunidad andaluza, esto es, contra la humanidad constitutiva de nuestro pueblo. Sin olvidar la intención de asimilar Andalucía como tierra de maltrato animal, cuando hace ya lustros que la sociedad andaluza da la espalda mayoritariamente a toda manifestación que atente contra la dignidad de la vida animal.

Por supuesto hemos de evitar también que nos sigan expoliando el joven talento universitario y profesional. Si nuestra juventud se va, emigra como lo sigue haciendo, la fractura emocional es incurable, el alma de Andalucía estará trágicamente rota, y se hace así imposible el relevo generacional en la actividad económica y empresarial andaluza.

La crisis de régimen, retroalimentada por la crisis del capitalismo global, tiene su símbolo en la crisis de la institución monárquica, piedra angular y clave de bóveda de esos poderes centrales que actúan como guardianes de una España rentista y especulativa, la que necesita el Boletín Oficial del Estado para ejercer como propietaria de todo. Las crisis global y de régimen se manifiestan en Andalucía de una manera más virulenta, como lo atestiguan todos los indicadores sociales y económicos. La especialización forzada de la economía andaluza en turismo, construcción y agricultura extensiva, consecuencia de una división, no solo social, sino sobre todo territorial del papel de cada pueblo en España y Europa, junto con el expolio de todo vestigio de banca andaluza, hace que en Andalucía se haya instalado una radical desigualdad estructural.

La pandemia ha revelado a las sociedades que el trabajo en común colaborativo es el que nos puede sacar del hoyo económico en el que nos encontramos. La competencia individual a modo de sálvese quien pueda, solo traerá más desigualdad que solo favorece a unos pocos. La contraposición mercado/estado ha quedado obsoleta. Sin un estado fuerte que colabore con el buen sector privado no se superará la enorme vulnerabilidad en la que nos ha situado la pandemia. Sin territorialización de la producción económica de todo tipo, por supuesto la industrial, la exposición a la muerte es radical.

Al tiempo, los efectos del cambio climático, una pandemia biofísica tan difusa como el coronavirus, son ya claramente visibles; Andalucía es una de las regiones europeas con mayores riesgos climáticos. Los retos de avanzar en derechos sociales, feministas, ecológicos y territoriales conciernen de manera particular al pueblo andaluz en el actual contexto mundial de recomposición de los equilibrios de poder y en el contexto del estado español donde se prefiguran dos salidas enfrentadas. La recentralizadora defendida por la derecha ultra y la ultra derecha, que actualmente copan el gobierno andaluz, o la democrática federal que existe electoralmente con fuerza determinante desde 2014, y en la que participan tanto fuerzas políticas de carácter estatal como PSOE y UP, como fuerzas políticas gallegas, valencianas, catalanas, madrileñas, del País Vasco, de las Islas Canarias, de Baleares, de Navarra, de Aragón, de Cantabria y de la llamada España vaciada como Teruel Existe.

Para enfrentar la crisis de régimen española y la crisis global provocada por el neoliberalismo, los espacios sociopolíticos radicalmente democráticos tienen, utilizando un símil ecológico, cuatro molinos disponibles. 1) El molino que recoge los vientos de las reivindicaciones por la justicia social y la igualdad; 2) el que recoge los vientos de las luchas democráticas emancipatorias del feminismo; 3) el de la defensa ambiental y la lucha contra el cambio climático y, 4) desde nuestro punto de vista el molino que tiene más potencial para desactivar la clave de bóveda que sostiene a la España reaccionaria: la federalización territorial, para que las poblaciones, comarcas, provincias, regiones o naciones no se vean abocadas a sufrir decisiones tomadas lejos de los intereses de la población que las habita.

La cuestión de la reorganización de los poderes territoriales del estado seguirá siendo una cuestión central en el debate político español. Cuestión de la que Andalucía está apartada y plegada en la actualidad a los intereses centralistas. No hay duda, sin el concurso activo de Andalucía, como ya ocurrió en la configuración constitucional dada en 1978, la salida democrática federal y plurinacional a la crisis de régimen será imposible. Mientras la voz andaluza esté capitalizada por el enfrentamiento con otros pueblos y no contra el centralismo que usurpa nuestro poder, no se alcanzarán condiciones para avanzar hacia una España plurinacional federal. Solo si Andalucía deja de ser colonia de Madrid las y los andaluces aspiraremos a un futuro mejor, y la democracia española tendrá garantizado un futuro de avances sociales, ecológicos, de género y federales.

Es preciso trabajar para destapar la manta que pretende ocultar la fuerza progresista del pueblo andaluz, no habrá movilización en defensa de los intereses de Andalucía si no se reactiva la conciencia de pueblo político. Al igual que ha hecho el feminismo, hay que hacer mucho trabajo en la sociedad civil andaluza para que no olvide su pasado, conozca las razones de su presente, y pueda afrontar el futuro colectivamente sintiéndonos plenamente libres. En este momento histórico creemos que lo importante es la aportación de ideas, datos y análisis, y que éstas cuenten con la máxima difusión posible.

Por ello, queremos reimpulsar nuestra actividad como Andalucía y Democracia, tras una dura etapa pandémica, instigando al pueblo andaluz, a todas sus organizaciones sociales y empresariales para que apuesten por un avance democrático aquí y en el conjunto del estado diciendo con claridad que Sí con Andalucía.

Para cooperar en el objetivo de situar los problemas e intereses de Andalucía en el centro de los debates andaluces y los debates de estado, dejando clarísima la ausencia de ánimo partidista y electoralista, nos proponemos las siguientes líneas de trabajo:

- Ayudar a la existencia de un medio de comunicación andaluz con difusión amplia que articule informativamente todo el territorio, evite el efecto capitalidad en una Andalucía diversa, contribuya a la difusión de información veraz y a los debates sobre los intereses transversales o particulares de amplios sectores de la sociedad, la intelectualidad, la cultura y el empresariado de raíz y producción andaluza. Un medio que haga auténtico periodismo andaluz, independiente y abierto al mundo, que sea un verdadero y fuerte contrapeso a la actual manipulación informativa de los medios públicos (TVE y Canal Sur) y privados.

- Organizar espacios de debate para fomentar y hacer crecer ideas que mejoren las condiciones de vida de Andalucía y ayuden a nuestra economía productiva.


- Establecer relaciones con otras organizaciones, colectivos o asociaciones de otros territorios del estado para buscar sinergias federales, y con organizaciones europeas, latinoamericanas, mediterráneas y mundiales, en nuestra condición de frontera sur de Europa y frontera norte del África, que estén en la misma línea ideológica.

- Fomentar el fortalecimiento de redes de intelectualidad y pensamiento andaluz enlazadas con otras de fuera de Andalucía.

Andalucía, por razones que extenderían demasiado este texto, no puede perder la batalla cultural como ocurrió a la fuerza en la etapa de cuatro decenios de franquismo. Conocemos las causas. Nos proponemos por ello, caminar decididamente para derrotar democráticamente a la cultura centralista, alimentada esencialmente, antes por el monopartidismo andaluz, ahora por el gobierno conservador apoyado en la derecha franquista. Sin difusión masiva de ideas democráticas y sin defensa masiva de los intereses territoriales, políticos y económicos de nuestra tierra eso será imposible, por esto, empezamos hoy donde lo dejamos ayer diciendo: Sí con Andalucía.

Publicado en La Voz del Sur